Nuestra postura frente a las elecciones
Posicionarse frente a las próximas elecciones exige algunas consideraciones generales previas. Para empezar, desde CAUCE entendemos que la vía electoral no es la herramienta privilegiada para conseguir el cambio social radical al que aspiramos. No marcar este punto con la necesaria insistencia puede crear falsas ilusiones o expectativas: los sectores populares no podemos delegar la solución de nuestros problemas en profesionales de la política ya que el cambio no viene de arriba, sino con organización desde abajo y construcción de poder propio. Nuestra tarea apunta a ese horizonte en cada lugar donde desarrollamos nuestra militancia, ya sea la Universidad, los barrios o los sindicatos. No obstante, las elecciones presentan una particularidad que puede ser aprovechada: es una situación en la cual existen mayores posibilidades de acercar nuestras reivindicaciones y posiciones a personas que en otra oportunidad no nos escucharían, permitiendo politizar y problematizar cuestiones a una escala mayor que la habitual.
Por otra parte, reconocemos también que conseguir diputados o legisladores de izquierda tiene la potencialidad de abrir un canal de difusión de ideas y propuestas, como así también de apoyo ante eventuales conflictos y situaciones represivas. Ejemplo de ello fue la jornada laboral de 6 horas conseguida por los trabajadores del subte. En este caso, la organización desde abajo creó las condiciones para conseguir esta pequeña victoria y el hecho de tener un diputado que responda a los intereses de los trabajadores ayudó para llevar nuestra voz a la Legislatura. Aspiramos entonces a que estos “representantes” puedan ser expresión de las múltiples experiencias que vamos generando en la construcción de otro poder, el poder popular.
Así las cosas, creemos que las elecciones son tan sólo un momento, ni fundamental ni prioritario, entre muchos otros para intervenir políticamente. Por razones tácticas y coyunturales, entendemos que este no es el momento para que el espacio político en el que participamos y queremos desarrollar intente presentarse como una alternativa electoral. Por eso, nuestra práctica política está abocada a la construcción de espacios de poder popular e intervenimos desde nuestras agrupaciones de base, intentando también articular multisectorialmente con otros grupos en lucha. Esta perspectiva se expresa en la recientemente conformada Corriente de Organizaciones de Base – La Brecha - que integramos junto a movimientos territoriales, sindicales, culturales, medios alternativos y otros - a la que entendemos como una tendencia que debe aportar al desarrollo colectivo de una nueva alternativa política de las clases subalternas. Sin embargo, esto no nos imposibilita analizar estas elecciones, posicionarnos frente a ellas y pensar cómo construir con aquellos compañeros y organizaciones de izquierda que sí participan de la disputa electoral.
El PRO y la Ciudad
En primer lugar, este domingo hay elecciones en la Ciudad de Buenos Aires, lo cual exige un balance de la experiencia anti-popular del PRO. El macrismo constituye la máxima expresión de una derecha que se había mostrado en franco avance frente al kirchnerismo, derrotadolo primero en el conflicto de las retenciones a las exportaciones agropecuarias y luego en las elecciones de 2009, especialmente en la provincia de Buenos Aires frente al mismo Néstor Kirchner.
A lo largo de sus cuatro años de gestión, el PRO demostró todo lo que son capaces de hacer. Creó la UCEP (Unidad de Control del Espacio Público), la cual fue denunciada por ejercer violencia física contra personas en situación de calle y sustraerles sus pertenecías para desalojarlos de la ciudad. Puso como Jefe de la Policía Metropolitana al comisario retirado Jorge Alberto “Fino” Palacios, quien es acusado por distintos delitos en el caso del ataque a la AMIA, por tener conexión con un integrante de la banda de ladrones de autos que secuestró y asesinó a Axel Blumberg y por la represión y asesinato de manifestantes en el mes de diciembre de 2001. La creación de la Metropolitana, a su vez, se hizo a costa de sub-ejecutar presupuesto por debajo del 50% para Educación, mantener hospitales sin insumos, vaciar los talleres culturales en barrios y eliminar programas de asistencia social. Éste es un pequeño listado del sinfín de políticas y acciones anti-populares a las que nos acostumbró el Gobierno de la Ciudad durante los últimos años. Desde CAUCE reivindicamos y participamos de toda la resistencia, que se gestó con la participación activa y la movilización en estos años frente al macrismo, porque creemos que esa es la forma fundamental de enfrentar los atropellos y conseguir los cambios que buscamos: construyendo movilización y poder popular desde abajo.
El fenómeno kirchnerista y sus singularidades
Sin embargo, el actor fundamental del actual proceso político no es el macrismo, ni ninguna variante de oposición, sino el mismo Gobierno Nacional. Para avanzar en la comprensión del fenómeno político que constituye el kirchnerismo debemos partir por asumir la importante reconstrucción del apoyo social al Gobierno, especialmente el acercamiento a las filas oficialistas de jóvenes que anteriormente no participaban en la vida política. Para ello es de destacar que la hegemonía cultural que ha construido el kirchnerismo es producto de una referencia a temas de resistencia al neoliberalismo y supuestas transformaciones progresivas. Este dato es necesario para entender que es indudable que aquellos jóvenes que honestamente tienen expectativas en el kirchnerismo no lo hacen por su vínculo con la burocracia sindical, los intendentes del conurbano, ni la precarización laboral, sino porque esperan, a partir de la valoración de ciertas medidas que han tenido impacto popular, que este gobierno impulse transformaciones sociales populares. Este reconocimiento es el punto de partida para pensar desde la izquierda el diálogo que debemos abrir con los jóvenes que se acercan a la política. Frente a la creciente politización de la juventud y la sociedad en general, la izquierda debe enfrentarse inteligentemente al desafío que significa que un proyecto de reconstrucción del capitalismo argentino logre convocar y tener adhesión en amplios sectores de la juventud y la población.
Tras ocho años de gestión y en un contexto de histórico crecimiento económico, ya no hay excusas que desresponsabilicen al gobierno actual respecto a los regresivos indicadores sociales actuales e impidan una caracterización de la naturaleza y el íntimo sentido histórico de este proceso político. El gobierno kirchnerista mantiene evidentemente el compromiso estratégico con la conservación de un modelo de exclusión social, precarización laboral y desigualdad en la distribución del ingreso que tiene como correlatos concretos la escalada represiva, la magnitud inédita de presos por luchar, el armado político con los “barones del conurbano”, con los gobernadores feudales y la economía concentrada que sigue privilegiando a los sectores dominantes de la economía por sobre la redistribución y la justicia social. La marcada tendencia regresiva del Gobierno no se desmiente por algunas concesiones sociales y democráticas, propias de una etapa donde garantizar la gobernabilidad exige por parte de las clases dominantes mayores esfuerzos que en décadas pasadas.
A nivel de la Ciudad, para nosotros esto se traduce en que, sin desconocer las diferencias con el macrismo, hay que sostener indudablemente que la candidatura kirchnerista en la Ciudad (Filmus – Tomada) no es una alternativa para los sectores populares. Para tomar solo algunos ejemplos recientes representativos, Carlos Tomada, candidato a vice-jefe y actual Ministro de Trabajo, acumula un prontuario que incluye diálogos cómplices con Pedraza, el ideólogo del asesinato a Mariano Ferreyra, y el rechazo al reclamo de los docentes de Santa Cruz (ADOSAC), que fueron recientemente reprimidos por el Gobierno Nacional con el apoyo público de Daniel Filmus.
Pese a esto, el kirchnerismo ha sabido explotar la situación política para llegar a las instancias electorales de este año presentándose como una alternativa progresista o popular para amplias franjas de los sectores populares y la juventud. La paradigmática expresión oficialista que reza que “a la izquierda del kirchnerismo está la pared” representa el imaginario social parcialmente instalado donde se invisibiliza la existencia de experiencias populares y militancia social y política que lucha, contra el gobierno, por una transformación social radical. Las elecciones de este año ponen de manifiesto tanto la proyección del gobierno como opción “progresista” como la invisibilización de las luchas y las reivindicaciones populares.
La desarticulación de la oposición
Por su parte, la oposición de derecha, que en los medios aparece como la única alternativa al proyecto de Cristina Fernández, terminó de mostrar su inviabilidad política al no poder unificar su espacio en una sola lista para las próximas elecciones. En términos más generales, si bien algunos sectores de la burguesía argentina no están conformes con el modo actual de administrar el Estado por parte del kirchnerismo, tampoco hay consenso ni posibilidades reales para un modelo alternativo. El gobierno actual es el único que les puede garantizar la gobernabilidad del país, seguir aumentando la ocupación con salarios reales bajos, empleo precario, y tasas de ganancia extraordinarias para muchos grupos económicos.
En este contexto, Duhalde se presentará como candidato a presidente por su cuenta sin mayores expectativas electorales y la UCR cerró filas con De Narváez, fiel representante del discurso de la mano dura, el desprecio por los derechos humanos y la exacerbación del fantasma de la inseguridad. La llamada "Unión por el Desarrollo Social" entre la UCR y el ex menemista luego aliado del macrismo, tiró por la borda el supuesto perfil progresista que intentó cultivar el hijo de Raúl Alfonsín.
Un espacio político que ha despertado algunas expectativas es el que intenta recrear una centroizquierda por fuera del PJ. En este sector iban a confluir distintos grupos detrás de la candidatura de Binner. Sin embargo, el sector se fracturó en dos antes de conformarse. Por un lado quedó el "Frente Amplio Progresista", integrado por Libres del Sur, el GEN de Stolbitzer, el Partido Socialista de Binner, los espacios de Víctor De Gennaro, Claudio Lozano, y Luis Juez (ex PJ de Córdoba). Por otro lado, se encuentra la otra fracción, lideraba por el Partido Proyecto Sur de Pino Solanas, con el MST, el PCR-PTP y el PSA. Más allá de la fragmentación, hay un pasado común entre estos grupos que pone de manifiesto su orientación estratégica: todos han militado del lado de los empresarios rurales en el conflicto por las retenciones agropecuarias. De conjunto, este sector es evidencia amplificada de las limitaciones de las opciones de centro izquierda, que ya han existido en el pasado reciente (Frepaso, PI, etc.), con su expreso desinterés por la militancia y el trabajo de base, reemplazado por los acuerdos de cúpulas entre dirigentes, y donde el supuesto afán de conseguir reformas sociales parciales recubre los vínculos reales con los grandes grupos económicos (como demuestra la gobernación de Binner, abiertamente vinculada a los empresarios sojeros).
¿Y la izquierda anticapitalista?
La tendencia expresada en la actual coyuntura de reconstrucción del Gobierno Nacional y desarticulación de la oposición, tanto de derecha como “progresista”, se fortalece por la reforma política que hace su estreno en estas elecciones. Esta coyuntura puso a las organizaciones de izquierda frente a una legislación electoral más proscriptiva que la anterior en la medida en que eleva los requerimientos tanto para presentarse a elecciones como para poder constituir legalmente un partido. De esta forma, se refuerza el tradicional sistema bipartidista pudiendo quedar fuera de las elecciones partidos minoritarios, especialmente las fuerzas de izquierda.
En este contexto, consideramos que la presentación de un frente de izquierda desmonopoliza el debate electoral, impidiendo que la discusión se reduzca a elegir qué capitalismo queremos. El discurso de orientación anti-capitalista y reivindicativo de derechos de los trabajadores del FIT puede aportar a horadar esa pequeña grieta que abren las elecciones para los sectores populares. Sobre todo frente a una avanzada antidemocrática del gobierno, como la reforma política, a la que hay que enfrentar unitariamente. Lo mismo puede afirmarse para el resto de las expresiones de izquierda que participan de elecciones provinciales o municipales (el MAS o AyL de Luis Zamora). En este sentido, desde CAUCE consideramos necesario acompañar con el voto a las listas clasistas y anti-capitalistas (en las elecciones primarias y generales), para enfrentar la proscripción anti-democrática y colar una expresión política vinculada a las reivindicaciones populares en el debate electoral.
Creemos, no obstante, que esta situación en la cual peligra la participación de la izquierda clasista y anti-capitalista en las elecciones frente a un posible bajo porcentaje electoral debe obligarnos a reflexionar acerca de la poca inserción real de la izquierda en el presente, de su fragmentación traducida en muchas oportunidades en mezquindad, dejándonos a futuro el desafío de tratar de revertir esta situación.
Por una nueva experiencia política de izquierda